Cuando comparto algo sobre el tema de la soledad, enseguida tiene muchas visualizaciones o lecturas dependiendo del formato. ¿Que pasa con la soledad? ¿Siento miedo a la soledad, me gusta, me encierro en la soledad, la considero un camino de encuentro conmigo?
Desde la infancia tuve tendencia a la soledad, a disfrutar al estar en soledad, tampoco tenía muchas opciones al no tener hermanos. Así que me disponía a inventar historias, jugar, cantar, lo pasaba bien. Sin embargo, me gustaba más jugar con mis amigos.
Mi experiencia con la soledad, es que podía convertirse en un lugar de refugio y también de aislamiento.
Cuando la soledad es un lugar de refugio es como si estuviera leyendo un libro frente a la chimenea encendida. Se siente disfrutable, sereno, creativo, un encuentro íntimo, que nos llena de energía.
Cuando es de aislamiento, se vuelve tirante, sufriente, como caminar descalza sobre piedras chiquitas y punteagudas.
Recuerdo viajando sola por Latinoamérica o por Argentina, sentir una compañía interior, una sensación interior de algo me cuidaba y guiaba.
Creo que las situaciones extremas, dolores físicos, enfermedad, la pérdida de seres queridos son situaciones que nos ponen a prueba si nos sentimos solos o si sentimos una presencia o una energía que nos acompaña, a pesar de esas situaciones.
Es cierto, muchas veces con mis actitudes me alejo de esa presencia amorosa que sabe y cuida.
La práctica de diversas disciplinas como la atención en la vida diaria, la meditación, colaboran a estar en contacto con esa interioridad y vivir la experiencia.
Gracias por leer. Abrazo luminoso.
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