Foto del blog, lugar: Calmayo
La vuelta de cualquier viaje siempre nos hace reflexionar sobre lo bueno acontecido, sobre aquello que se extraña, y sobretodo, descubrir que esa persona del retiro, fue casi la mas cercana a lo que soy realmente.
Observo los frutos del retiro espiritual: renovación interior, alegría, momentos de profundidad, compartir con personas con las cuales nos vimos -en persona- por primera vez: nuestras búsquedas interiores, los aspectos oscuros y luminosos.
Acompañarnos, ayudarnos, compartir, escuchar con respeto, poder decir una palabra adecuada, observar, reír, ¿aprender a amar? El retiro marcó un camino de inicio y de propósitos a seguir. Es fácil entrar en la rutina acostumbrada, hacer caso omiso a realidades descubiertas en el viaje que necesitan ser autoescuchadas y manos a la obra. A seguir como sea.
Gracias por estar. Abrazo luminoso.
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